Succession es la última joya que sacó a relucir HBO. Pese a que es un drama familiar en su totalidad, de su guión se desprende un humor oscuro y adictivo que hace que te obsesiones con este clan hambriento de poder, pero lleno de carencias emocionales.
HBO es cuna de excelencia cuando de historias familiares complejas se trata. Lo hizo en su momento con Los Sopranos (1999), Six Feet Under (2001) y Big Love (2006), y ahora sacó a brillar su última joya dramática, Succession (2018).
Adictiva desde sus entrañas, esta producción creada por Jesse Armstrong se adentra en la vida de la familia Roy, encabezada por Logan (Brian Cox). Este magnate, líder de uno de los conglomerados mediáticos y de entretención más grandes del mundo, debe decidir quién le sucederá en su puesto, abriendo un juego de ambición que normalmente no se ve en un clan familiar.
Ganadora de este año al Globo de Oro por Mejor Serie Dramática, Succession se ha convertido en un placer para la crítica y su público. Y es raro, porque es una ficción que a veces incomoda por su sinceridad brutal entre personajes y el humor oscuro que integra en su guión.
Sin embargo, a la vez te hace querer estar en primera fila viendo como estos seres poderosos y corruptos se masacran entre ellos para conseguir el preciado trono corporativo y también, aunque les cueste admitirlo, la aprobación de su padre.
El sucesor
Succession inicia su camino cuando Logan Roy pretende anunciar al nuevo CEO de Waystar Royco. En su línea de sucesores directos están sus hijos Kendall (Jeremy Strong) y Roman (Kieran Culkin), quienes trabajan directamente junto a él. Sin embargo, las intenciones del malhumorado magnate no son las que parecen.
Y es que con un cambio de planes voluntario, surge otro completamente espontáneo, que pone a los hermanos Roy en una disputa por tomar el control de la compañía. A su vez, buscan gestionar una serie de vaivenes reputacionales que ponen en jaque la estabilidad del conglomerado.
Pero en esta especie de juegos del hambre por conseguir el puesto, no solo compiten Kendall y Roman. A ellos se suma Siobhan Roy (Sarah Snook), la astuta hija de Logan que, pese a estar alejada del mundo corporativo, le surge el hambre de poder que al parecer está en el ADN familiar.
La familia corrompe
Succession es una pasarela de personajes detestables, pero divertidos dentro de su complejidad. La combinación de un guión ágil, junto a las actuaciones de su elenco –que suma a personajes inolvidables interpretados por Matthew Macfadyen (Tom Wambsgans), Nicholas Braun (Greg Hirsch) y J. Smith-Cameron (Geri Kellman)–, hacen de esta serie un golpe de azúcar adictivo del que sabes que está mal, pero quieres más.
Brian Cox se luce como el insensible y poderoso patriarca de los Roy, lo que le mereció el Globo de Oro a Mejor Actor en Serie Dramática este año. Y es que sin la figura de Logan Roy, esta serie sería una disputa banal entre maniáticos y ególatras.
Eso sí, no todo es la lucha por el poder. Y es que los conflictos personales y familiares de este clan multimillonario hacen que la producción tenga el sello de drama. Los fantasmas de la adicción de Kendall, las frustraciones sexuales de Roman, las inseguridades de Siobhan, entre otras. Fuera del dinero, la ostentación, el mundo corrupto y los vínculos poderosos, los Roy son una familia y el tratamiento de esta cara de la historia es una de mis favoritas por lejos.
Pero no podía terminar este análisis sin hacer hincapié en momentos épicos de Succession, como susplot twists dignos de programas como Dinastía y Dallas (bueno, quizás sin la sobrecarga de dramatismo), su humor rebuscado y oscurísimo de la mano de personajes como Tom y Greg, o simplemente hechos que no me esperaba como el rap de Kendall como regalo de cumpleaños para su padre. Así podría seguir con mil palabras más, pero ahora el trabajo de ustedes es verla. No se van a arrepentir.
¿Dónde ver Succession?
Las dos temporadas están disponibles en HBO Go. El tercer ciclo ya fue confirmado por la cadena y se espera su estreno para el segundo semestre de 2020.